domingo, 23 de octubre de 2011

Religión - Cita

Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”

(Hebreos 12:1-2)

El enemigo tratará por todos los medios a su alcance que abandonemos la carretera principal, mostrándonos diversas “salidas”, aparentemente más cómodas o fáciles. Pero no perdamos de vista nuestra meta, no abandonemos las reuniones ni la lectura de la Palabra de Dios. Perseveremos en la fe y no retrocedamos, para no perdernos (Heb. 10:38-39.) El pecado y las cargas nos agobian rápida y fácilmente con su peso. De hecho, después de haber disfrutado de varias buenas reuniones espirituales, el enemigo nos tienta y los problemas de la vida nos pueden quebrantar. Nos encontramos sobre un “montón” de ladrillos que se tambalean debajo de nuestros pies. No debemos permanecer en ese estado, descarguemos sobre el Señor cada uno de esos “ladrillos”, cada problema, y prosigamos la carrera con la vista puesta en Jesús y en la recompensa que recibiremos cuando Él vuelva. El correr la carrera también consiste en conducirnos de acuerdo a nuestra conciencia. Pablo podía decir: “Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo” (Rom. 9:1.) Pablo se esforzaba en mantener una conciencia libre de ofensas delante de Dios y de los hombres (Hechos 24:16.) Nuestro llamamiento es a servir al Dios viviente que reside en nuestro espíritu y que reacciona dentro de nosotros cada vez que nos apartamos de Sus caminos. El Señor no hace eso para condenarnos, sino para ayudarnos a permanecer en comunión con Él. Esa era la vida que Pablo llevaba delante de la presencia del Señor. Por eso podía rechazar las cosas vergonzosas que se hacen en secreto. Aunque nadie lo viese, se esforzaba en andar conforme a su conciencia.

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